La luz del día iluminó una realidad: Nueva York es la ciudad mundial por antonomasia y sus excesos son la parte más significativa de esa verdad incontestable. Como eso ya lo intuía, había planificado con extrema minuciosidad la administración de la sorpresa. Por eso lo primero que hicimos fue subirnos en un helicóptero que nos delimitó con precisión el perfil de sus barrios, los límites que el Hudson y el East River imponían a derecha e izquierda, empequeñeciendo pedagógicamente lo que los días siguientes fuimos conociendo en su estatura precisa. Fuimos pájaros algo menos de un cuarto de hora, pero lo suficiente para que el espectáculo nos cortara la respiración, en especial el momento en que, después de haber sobrevolado la Estatura de la Libertad y la isla de Ellis, el aparato se dirigió hacia los edificios del sur de Manhattan tomando altura y mostrándonos detrás los grandes secretos de la ciudad. En ese momento vimos todo Nueva York, con sus barrios, calles y plazas, como cada día suelen vivirlo las gaviotas más intrépidas, o como años más tarde debieron verlo, aterrados, los rehenes que iban a estrellarse contra las torres del World Trade Center que en ese instante ejercían de embajadoras, ajenas a lo que ocurriría en Septiembre de 2001.
Broadway serpenteaba hacia el norte en forma diagonal, intentando destrozar la precisa simetría de las avenidas. El trazado horizontal de las calles, al principio con un orden confuso, pero que cada vez se hacía más perfecto conforme avanzábamos hacia arriba, completaba un trazado urbano que imponía desde el cielo un meticuloso contrapunto a la desbordante actividad. A la derecha quedaba un poco camuflado el Empire, y un poco más allá, cinematográfico y coqueto, el bello edificio de la Krisler resplandecía con luz propia. Y los puentes: la belleza centenaria del Brooklin Bridge, la discreta funcionalidad del y la majestuosidad metálica de Queensboro, que inmediatamente me trajo a la memoria la imagen de Woody Allen y Diane Keaton serenamente sentados en un banco observando el mitigado trasiego nocturno de automóviles y personas.
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